y Garza Narváez...
José Ángel Solorio Martínez
Altamira es una intriga. El palacio municipal es su sede. El alcalde Sergio Carrillo y su mozo de estoques Ricardo Garza Narváez, son los impulsores de la idea para descarrilar las aspiraciones de Oscar Lacio González. Para ello, han contratado a diversos personajes de la localidad. Uno de los operadores bajo estipendio por esa aviesa dupla, es el Chilero Vargas Ortega.
El Chilero, -ya está documentado- pagó los camiones y los protestantes que desde el sur de Tamaulipas acudieron a Ciudad Victoria para lanzar serias acusaciones contra el titular del área de Comunicación Social del gobierno de Tamaulipas.
La intención de Carrillo y Garza Narváez, no era vulnerar a los funcionarios del gobierno de estado. No. La estratagema consistía en culpar a Fernando Hefftye Ettiene de aquella maniobra –de hecho ese rumor dejó correr el Chilero por órdenes de sus patrones- para confrontarlo con el jefe de Prensa del Ejecutivo estatal.
El fin de la urdimbre del alcalde de Altamira y su cerebro gris es debilitar la candidatura a la alcaldía de Lacio González quien sigue a la sombra del representante del gobierno de Tamaulipas en la Ciudad de México, Fernando Hefftye.
¿Le compraron en Ciudad Victoria el truco a Carrillo y a Garza Narváez?..
Al parecer no.
Los dueños de la intriga, andan inquietos
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